Durante los últimos años de mi práctica médica descubrí que la enfermedad era un intento desesperado que tenía la naturaleza por poner en marcha los mecanismos de supervivencia, era una verdadera maestra en el sentido de que expresaba a través del cuerpo del enfermo un código y que este le otorgaba al paciente una segunda oportunidad.
Este mecanismo era verdaderamente creativo. La manera de encriptarlo nos producía a los médicos un desconcierto de tal magnitud que nos dificultaba su lectura.
Es bien interesante porque el paciente en la consulta refiere este sufrimiento a la manera de una anécdota, y si uno tiene en cuenta que esta palabra viene del griego an y ekdotos que significa lo no publicado, queda claro que es una historia inédita hasta para el propio paciente. Cuando uno publica o verbaliza el tema, recién toma el rango de caso, ya que mientras persiste en la anécdota es como si hubiera un corte entre la mente y el cerebro-cuerpo. Es muy posible que la enfermedad sea una exclusión de la mente operada por el cerebro-cuerpo.
Durante muchos siglos los médicos o chamanes de las civilizaciones antiguas utilizaban ciertas técnicas para curar enfermedades graves o crónicas que consistían en realizar los siguientes pasos . El primer arte, era el uso certero del factor sorpresa; elegían el camino de lo inesperado ya que creían firmemente que la enfermedad para constituirse había transitado ese camino, con lo cual para desandarla tenía el paciente que volver a recorrerlo.
En segundo lugar, hurgaban en el interior del enfermo, cuál era la mayor dificultad emocional en relación a un hecho de la cotidianeidad que atravesaba. En relación a esto le sugerían realizar un acto que tuviera relación con esta dificultad, ya que consideraban que en donde alguien o algo resistía, había algo profundo que persistía de manera dolorosa, algo que podríamos llamar quantum emocional.
Un tercer elemento al que apelaban estos sanadores cuando la enfermedad era muy grave y sospechaban que tenía una carga hereditaria importante, la que se percibía en la información corporal, era solicitarles a los enfermos que realizaran una actividad grupal porque sostenían que el espíritu de los ancestros solo se podía evocar en grupo y era a partir de esta evocación la única manera de desactivarlo.
En hebreo las palabras "zmán (tiempo), azmaná (invitación) y izdamnut (oportunidad)" tienen la misma raíz. El tiempo, la invitación y la oportunidad que revela en un paciente una situación sin salida (conflicto biológico) daría la sensación de que estas tres operaciones se fusionan coincidentemente en el momento de producirse la enfermedad y que necesariamente operarían también en el momento de la cura, como el desandar de la misma, una especie de deconstrucción.
Un hecho interesante para entender los mecanismos de la salud es que también en el idioma hebreo, la palabra creación (bará) y salud (briut) tienen la misma raíz lo que marcaría que la salud se recobra de la mano de un proceso creativo.
Creo que para decodificar una enfermedad grave o crónica se necesita recordar a los médicos y antiguos sanadores que utilizaban un proceso verdaderamente creativo y necesariamente utilizaban estos tres pasos antes descriptos.
En la actualidad, los nuevos abordajes definen a la enfermedad como el pasaje del cuerpo a los programas biológicos inteligentes de la naturaleza y la salud, como la decodificación de los mismos mediante un proceso creativo.
El desafío está en marcha.