Hay una parte de los investigadores del mundo llamado “científico”,
preocupados por descubrir dentro de la constitución del genoma humano, las causas de todas las enfermedades que padecen los seres humanos. Es muy posible que en este intento de búsqueda, exista una suerte de selección arbitraria antes de que la enfermedad impacte en la especie. Parece este modelo, tender al rescate de lo mejor de la raza humana, algo así como los mejores adaptados para la vida. En este mismo sentido, cuando en algún caso aparece un peligro de infección, nuestros colegas usan las mejores armas (antibióticos de última generación) de ser posible, para eliminar los microbios.
¿Alguna vez se habrán preguntado que si ocurre un desastre atómico, por ejemplo, las únicas sobrevivientes serían las bacterias? ¿Sabrá nuestra gente que la primera célula eucariota deriva de la fusión de una bacteria (procariota) con un árquea y esta célula eucariota de más de 4500 millones de años es la más parecida a nuestra constitución actual? ¿Serán nuestros microorganismos, a los que hoy combatimos de manera feroz y que muchos de ellos conviven a diario con nosotros, nuestros verdaderos enemigos?
El 24 de febrero del 2004 se publicó en la revista Nature Biotechnology que científicos de Loma Alta, Estados Unidos, habían comprobado que microorganismos habían sido capaces de localizar tumores, como el de vejiga o el de mama, e incluso algunos muy pequeños extendidos por el organismo inyectándoles a aquellos, sustancias químicas luminiscentes.
¿Qué relación hay entre los tumores y los microbios? ¿Será algo azarosa o tendrá algún sentido?
Hay un científico alemán, el doctor Hamer, que sostiene que los microorganismos se replican de forma apatógena en el momento que se produce lo que él llama un “conflicto biológico”, al que define como un hecho súbito e inesperado, vivido en soledad y sin posibilidad de respuesta, donde la persona registra el impacto en tres dimensiones simultáneamente: psique, cerebro y órgano. Más adelante dice que cuando se resuelve este conflicto, aparecen los microorganismos devorando las células tumorales.
Antiguamente, los médicos muchas veces, cuando tomaban un frotis con sangre de un paciente con cáncer, observaban bacterias en el mismo, pero nada se cuestionaba, sólo se pensaba que había una infección.
Creo personalmente que estamos ante un nuevo paradigma, en donde la enfermedad, como dijo Hahnemann hace más de 200 años, tiene un sentido. Y nosotros, médicos responsables de estos tiempos, tendremos que preguntarnos si la aparición de una inflamación, de un tumor o el aumento de los microorganismos en sangre tienen inscripta en la respuesta orgánica, la impronta de la evolución que no necesariamente es un lenguaje psicológico sino que tiene el saber de los condicionamientos de lo pre-verbal.
Si esto es así, ¿ será el verdadero desafío de la Medicina para el Hombre Nuevo, tomar un nuevo modelo que tenga en cuenta la evolución, la inclusión y el destino?