Estas letras las escribí el 25 de mayo de 2003,
un día muy especial en el cual vislumbré nuevos vientos en el horizonte.
Creo que lo que percibí es una nueva esperanza, que se había puesto en marcha en toda nuestra gente, este domingo en donde festejamos, con el famoso chocolate con churros, una nueva asunción.
Para la existencia humana la esperanza y el sentido de la propia existencia son dos cuestiones bastante emparentadas, va una de la mano de la otra y viceversa, y en relación a esto recuerdo las palabras de la excelente escritora francesa Simone De Bouboir diciendo:
“Declarar que la propia existencia es absurda es negar que se le pueda dar sentido alguna vez, decir que es ambigua es afirmar que su significado nunca es el mismo, que constantemente ha de ser adquirido.”
Con estas palabras nos vemos reflejados en nuestra tarea clínica cotidiana los médicos homeópatas, colaborando con la puesta en marcha de los mecanismos que produzcan la transformación del sufrimiento humano, sin anestesiarlo, e inclusive en algunas ocasiones agudizándolo para poder liberar al paciente de aquellos síntomas que esclavizan su vida. Es entonces en donde por un lado, se presentifica lo de Epicuro cuando decía que “lo único permanente es el cambio”, y lo escrito por Hahnemann acerca de los altos fines de la existencia se conjugan dando un nuevo sentido al significado de lo humano.