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Artículo 39

El Reciclaje Médico

El verano pasado, durante mis vacaciones en la provincia de Córdoba (Argentina), me encontré con un verdadero creador, una persona encantadora, ingeniosa, de profesión ingeniero, que se dedicaba a crear máquinas para reciclar basura de todo tipo. Lo interesante es que en esta operatoria había una parte del reciclado que se reutilizaba en otras creaciones y otra mínima parte que se descartaba.

En verdad, había quedado fascinado con sus relatos durante la estadía, por su actitud creativa en la actividad que desarrollaba, mientras pensaba que la sociedad, ni enterada del servicio que este hombre ofrecía, sobre todo para cuidar el planeta. Mientras me contaba cómo se dividía la basura, mi cabeza no hacía otra cosa que pensar qué pasa con las personas que enferman, y qué cosas tenía en común este reciclaje, con nuestra profesión.

El tema sobre el que me quedé reflexionando luego de escucharlo a este hombre, es qué hay detrás de la evidencia de una enfermedad. “Siempre hay una historia dolorosa desconocida y solo mediatizada por el cuerpo que la porta, e inclusive en algunos pacientes, imposible de verbalizar e identificar”.

Es aquí donde me viene a la memoria el concepto de resiliencia de Boris Cyrulnik que lo definía como: ”El arte de metamorfosear el dolor para dotarlo de sentido”. Para que se pueda entender esto, digo que de lo que se trata este arte, al que llamo reciclaje médico, “es de producir una transformación con cada uno de esos elementos dolorosos y dotar a la propia historia de un otro sentido.”

En este reciclaje vemos que hay muchos elementos que se descomponen y que sirven en este acontecer. Son aquellos que dotan de sentido a la propia existencia del sujeto: esto pertenece a lo vivo, que viene tirado del lado del por-venir. Mientras por otro lado, aparecen algunos elementos que nos piden ser desechados para poder seguir viviendo: esto es lo muerto que el paciente porta, y debe ser descartado.

La medicina homeopática tiene clara esta situación, ya que cuando administramos a un paciente el medicamento homeopático correcto, vemos que se producen exoneraciones profusas, o sea que la inteligencia de nuestro cuerpo elimina este resto no reciclable (lo muerto), para quedarse con lo transformado (lo vivo) que tiene que ver con la sanación del sujeto a partir del nuevo sentido de su propia historia.

Muchas gracias!

Dr. Sergio Rozenholc

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