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Artículo 80

La Homeopatía, El Amor de un Semejante

El largo camino recorrido por F.C.S Hahnemann que realizó en el siglo XIX, siguiendo los pasos y las huellas de Hipocrátes, luego Paracelso, logró formular una teoría contenida sobre cuatro pilares que luego iban a sostener todo el edificio homeopático.

1) El remedio único

2) La dosis infinitesimal

3) Las patogenesias

4) Ley de los semejantes

Pero en este caso voy a tomar esta genialidad de Hahnemann que seguramente por el tiempo que estuvo inmerso en el proceso creativo, habrá atravesado muchas cuestiones de diferente índole.

Hubo autores como el Dr. Gilbet Charette de Nantes, Francia, que por 1930 predijo que este es el siglo de la infinitesimilidad, creyendo que esta era el más valioso de los aportes Hahnemanianos. Sin embargo, creo hoy en las puertas del siglo XXI, lo más valioso fue la descripción detallada y pormenorizada de lo que llamo “La Ley de los Semejantes”.

Digo esto sin devaluar el descubrimiento de la dosis infinitesimal, porque si uno va pensando que alguien lo pueda curar con una sustancia simple, que halla reproducido los mismos síntomas en la experimentación en seres humanos sanos, si me retirara un poquito para poder ver que hoy en este contexto como si fuera una pintura me aparece en la memoria Aristófanes diciendo: “los hombres no se dan cuenta del poder del amor porque si así fuera, le hubiesen construido los más grandes santuarios porque es médico de los hombres en enfermedades de las que, una vez curados, provendría la mayor felicidad para ellos”.

La naturaleza de antes no es la misma de ahora: los sexos de los hombres eran tres:

a) masculino: descendientes del sol

b) femenino: descendiente de la tierra

c) andrógino: descendiente de la luna

Los andróginos eran muy altaneros y atentaban contra los dioses, entonces éstos y Zeus, especialmente, decidieron hacerlos más débiles cortándolos en dos a cada uno. Así se hizo, y como prueba quedan algunas cicatrices como el ombligo.

A partir de ese momento cada parte extrañaba a la otra, se abrazaban y deseaban ser una sola naturaleza.

Zeus se compadeció y trasladó sus genitales a la parte delantera para que si en el abrazo se encontraban hombre con mujer, tuviera lugar la concepción en lo femenino y se garantizara la especie.

El amor es innato en los hombres, trata de hacer un sólo individuo de dos, por eso busca continuamente cada uno su otra parte.

Del ser que se llamaba andrógino proceden a) las mujeres aficionadas a los hombres y b) los hombres aficionados a las mujeres.

Pero las mujeres seccionadas de mujeres se interesan por mujeres y son lesbianas. Los seccionados de varón persiguen a los varones. Hay quienes dicen que son desvergonzados pero en realidad lo hacen por audacia, hombría y virilidad porque desean abrazarse a lo que es semejante a ellos.

Cuando las partes tropiezan con la verdadera mitad de sí mismas sienten un impacto de afinidad y de amor, y no están dispuestos a separarse ni siquiera por un instante.

El motivo por el que uno se complace en la compañía del otro no es pretender la unión en los placeres sexuales, sino que el alma de cada uno desea otra cosa que no puede decir con palabras.

Se anhela estar juntos lo más posible el uno con el otro, fundirse hasta llegar a ser uno sólo, de dos que eran en la antigua naturaleza. Se conformaba todo, y el anhelo y la persecución de ese todo, se llama amor.

Nuestra raza sólo podría llegar a ser felíz si lleváramos a su culminación el amor, y cada uno encontrara a su propio amado, retornando a la antigua naturaleza. Lo mejor ha de ser encontrar un amado cuya naturaleza corresponda a nuestro carácter.

El dios causante de esto es Eros.

Aristófanes despierta la ilusión de encontrar la media naranja para encontrar la completud. La teoría del amor imaginario que entre dos se hace un todo, volver a esa unidad pérdida en la pareja.

Me preguntaba si en este recorrido por Aristófanes, esta idea de volver a la unidad pérdida, es la idea que sólo el dolor de un semejante lo puede curar el amor de un semejante.

Tal vez, está halla sido la mayor virtud del descubrimiento de Samuel Hahnemann, entender que en la sustancia simple halló por el amor de un semejante la unión con el todo.

Dr. Sergio Rozenholc

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