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Artículo 47

Enfermos defectivos (Alzheirmer)

¿Qué entendemos por enfermos defectivos? Para comprender estas cuestiones les pido que me sigan en este relato y para esto voy a tomar por ejemplo a un paciente diagnosticado con la enfermedad de Alzheimer.

Comenzaré por exponer una breve reseña de este sufrimiento. La enfermedad de Alzheimer es una de las demencias del cerebro, consideradas seniles, de características progresivas y degenerativas, para la cual no existe ningún tipo de recuperación. Es la más común de las demencias. Lentamente, la enfermedad ataca las células nerviosas en todas las partes de la corteza cerebral, así como algunas estructuras circundantes, deteriorando entonces, las capacidades de la persona de controlar las emociones, reconocer errores y patrones, coordinar el movimiento y recordar. Al final, la persona pierde toda la memoria y funcionamiento mental.

La Enfermedad de Alzheimer produce una alteración progresiva de las funciones intelectuales. Puede presentar cambios, deterioros en la memoria, lenguaje, capacidad de toma de decisiones, juicio, atención y otras áreas relacionadas con la función cognitiva

Esta enfermedad tiene tres fases. En un primer momento, a nivel de la memoria, el paciente olvida citas, nombres, etc.; pero a medida que desarrolla la enfermedad, la situación se torna más compleja, el paciente se puede escapar y perder, ya que no reconocer por dónde transita.

Para comprender un poco el tema de por qué la denominación de enfermos defectivos, voy en principio a recurrir al diccionario, en donde encontramos que defectivo es un verbo cuyo paradigma flexivo o conjugación carece de algún tiempo, modo o persona en su conjugación regular o varias de estas cosas al mismo tiempo.

Las razones por las cuales un verbo es defectivo pueden ser varias, desde razones totalmente contingentes o basarse en razones semánticas. Por ejemplo en español querer como verbo intransitivo carece de imperativo (porque no parece posible obligar a alguien a desear algo, por una orden).

Es muy posible que el paciente con enfermedad de Alzheimer haya tenido que atravesar varios conflictos biológicos. Se entiende por conflicto biológico, una situación de atolladero o bien llamada sin salida. El enfermo ha vivido una situación de máximo stress que lo toma desprevenido y se le produce un shock de tal magnitud desde el cual el paciente no puede dar respuesta con su psique ya que no existe la posibilidad de generar un símbolo, por lo tanto, con imposibilidad de verbalizar la vivencia. Es el cuerpo el que responde de manera automática, con una respuesta biológica de supervivencia, condicionada por la evolución de la especie.

A cada conflicto le sigue una fase de reparación que es un mecanismo que la naturaleza ofrece, pero si la reparación no ocurre, en esta enfermedad, las neuronas se deterioran por no poder repararse adecuadamente.

La ubicación de estos conflictos biológicos, en ambos lados del cerebro, es lo que llevaría a que se produzca una constelación de los circuitos cerebrales para poder mantener vivo al paciente, pero con el resultado del deterioro de todas sus funciones cognitivas e intelectuales.

A esta situación se le agrega lo que Anne Ancelin Schützenberger en su obra “Ay, mis ancestros” nos muestra acerca de cómo se heredan las memorias acumuladas y reactivadas, en lo que dio a llamar fechas aniversarios, que son situaciones no resueltas de generaciones anteriores.

Todo esto le hizo pensar al Dr. Hamer, que estos pacientes no pueden ver ni recordar el pasado, ni ver el futuro, solo el instante presente y no el subsiguiente. A esto se lo conoce como el síndrome del sombrero chino.

Ustedes se preguntarán por qué usé la palabra defectivo. Es que la historia del paciente con Alzheimer, carece, como el verbo defectivo en su conjugación, de algún tiempo, modo o persona, solo tiene instantes.

Para poder ilustrar un poco el tema voy a contar una historia de un paciente que se presentó en consulta con 80 años, diagnosticado con enfermedad de Alzheimer. Presentaba pérdidas importantes de las funciones intelectuales. En la familia se le prodigaba muchos cuidados ya que cuando lo dejaban solo, se iba y más de una vez lo devolvió a su hogar la policía. La historia clínica la completé con ayuda de su familia, hermanos vivos y su mujer. Me relataban que había tenido una historia triste, había combatido en la guerra en Italia y tenía una hija desaparecida, situación de la que él nunca más pudo hablar, ni recordar cuando se le preguntaba, incluso cuando era más joven. Todas estas vivencias que no recordaba ya muchos años antes, funcionaron como un paraguas para asegurarle la supervivencia.

En búsqueda de resultados positivos en el tratamiento de este tipo de patologías, he indagado las alternativas que ofrecen las que se consideran terapias duras (alopatía) y también lo hice con las terapéuticas blandas (homeopatía, acupuntura, etc.), ninguna de las cuales arrojaron resultados satisfactorios en el tratamiento de este tipo de pacientes. Por ello, se me ocurre que lo único que resta por hacer es el acompañamiento en esos únicos instantes donde el paciente tiene presencia.

Dr. Sergio Rozenholc

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